2007-06-25

2007-06-15

¿ Cómo será?

Una persona ¿ es contínuamente ella misma, o lo es una y otra vez de una manera consecutiva, a una velocidad tal que produce la ilusión de una estructura continua, como el parpadeo de las viejas películas mudas?


- Lawrence Durrell

2007-06-12

Invento Colosal

Todo el coro del cielo y los aditamentos de la tierra -todos los cuerpos que componen la enorme fábrica del universo- no existen fuera de una mente; no tienen otro ser que ser percibidos; no existen cuando no los pensamos, o sólo existen en la mente de un espíritu eterno.

- George Berkeley

2007-06-11

Ilusión

El hombre de un momento pretérito ha vivido, pero no vive ni vivirá; el hombre de un momento futuro vivirá, pero no ha vivido ni vive; el hombre del presente vive, pero no ha vivido ni vivirá.

- El Visuddhimagga

Los Perjudicados

El cielo es la obra de los mejores y más bondadosos hombres y mujeres. El infierno es la obra de los presumidos, de los pedantes y de los que se dedican a decir verdades. El mundo es un intento de sobrellevar a unos y a otros.

- Samuel Butler: Note-books

2007-06-04

La Conclusión

Cierto día Chuang Tzu y Hui Tzu paseaban por el puente del río Hao. Chuang Tzu dijo: "Mira cómo saltan los pececillos aquí y allá, donde quieren. ¡ Esto es lo que más agrada a los peces!". Hui Tzu dijo : "¿ Acaso eres un pez? ¿ Cómo sabes lo que agrada a un pez?" Chuang Tzu dijo: "Tú tampoco eres yo mismo. ¿ Cómo sabes que yo no sé qué agrada a los peces?" Hui Tzu dijo: "Puesto que yo no soy tú, y por tanto no puedo saber si tú lo sabes, también tú, puesto que no eres pez, no puedes saber qué agrada a los peces. Mi argumento aún conserva toda su validez."

Chuang Tzu dijo: "volvamos al punto de partida. Me preguntaste cómo sabía lo que agradaba a los peses. Pero cuando me lo preguntaste, tú ya sabías que yo lo sabía. Tú sabías que yo lo sabía por el hecho de estar aquí, en el puente Hao. Todo conocimiento pertenece a este tipo. No puede explicarse con ayuda de ninguna argumentación."

- Roop Katthak

2007-06-01

El Animal Favorito del Señor K

Cuando se le preguntó cuál era el animal que más le gustaba, el señor K. respondió que el elefante. Y dio las siguientes razones: el elefante reúne la astucia y la fuerza. La suya no es la penosa astucia que basta para eludir una persecución o para obtener comida, sino la astucia que dispone la fuerza para grandes empresas. Por donde pasa este animal queda una amplia huella. Además, tiene un buen carácter, sabe entender una broma. Es un buen amigo, pero también es un buen enemigo. Es muy grande y muy pesado, y, sin embargo, es muy rápido. Su trompa lleva a ese cuerpo enorme los alimentos más pequeños, hasta nueces. Sus orejas son adaptables: Solo oye lo que quiere oír. Alcanza también una edad muy avanzada. Es sociable, y no sólo con los elefantes. En todas partes se le ama y se le teme. Una cierta comicidad hace que hasta se le adore. Tiene una piel muy gruesa; contra ella se quiebra cualquier cuchillo, pero su natural es tierno. Puede ponerse triste. Puede ponerse iracundo. Le gusta bailar. Muere en la espesura. Ama a los niños y a otros animalitos pequeños. Es gris y sólo llama la atención por su masa. No es comestible. Es buen trabajador. Le gusta beber y se pone alegre. Hace algo por el arte: Proporciona el marfil.
-Bertolt Brecht

La Edad de un Chino

Tomado de Crónicas del Reino del Dragón Eterno, siglo XIII

Lu Dse Yan enamoraba a la hija de un funcionario de estado; pero la muchacha tenía quince años menos que él.
Lu Dse Yan no era viejo precisamente: contaba 30 años, y era un joven erudito autor de un tratado sobre cómo evitar las inundaciones en los campos.
-Lo que pretendes es imposible -le dijo un día Lin Po, la hija del funcionario-; yo tengo 15 años, y tú, 30. Demasiadas primaveras nos separan.
-Realmente no es mucha la diferencia -contestó Lu Dse Yan-; cuando tú tengas veinticinco años, yo tendré cuarenta, y la gente no podrá menos que alabar la buena pareja que formaremos.
-Cuando tú tengas 45 -respondió la muchacha-, yo tendré apenas 30, y la gente no podrá menos que decir: "Mirad que pareja: ella joven, el viejo."
-Cuando tú tengas 45-afirmó el joven erudito-, yo 60, y para entonces no habrá quien sospeche de la diferencia de nuestras edades.
-Cuando tengas tú 65-dijo de nuevo ella-, yo tendré 50, y deberé de ayudarte a caminar.
-Cuando seas tú la que tenga 60, celebraré yo mis tres cuartos de siglo llevándote al Templo de Confucio en Ch'u-fu.
-Si llego yo a esa avanzada edad-contestó ella-tú tendrás ya 90 años y deberé alimentarte como a un niño.
-De cumplir tú los 85, seré yo quien te ilumine con Tao.
-Para entonces -replicó la dama- estarás en los cien años, y pasarás el tiempo tendido al sol, sin ánimos para nada.
-Entonces -terminó Lu Dse Yan- la gente habrá dejado de pensar en la diferencia de edades, y sólo exclamará: "Mirad a ese viejo erudito y
a su vieja mujer: Ambos se cuidan y se aman, como si fueran novios."
Y entonces el Nieto del Cielo y la Doncella Tejedora, al juntarse
el séptimo día de la séptima luna en la Vía Láctea, harán que podamos quedar como marido y mujer de encarnación en encarnación.

- Álvaro Menén Desleal: en Cuentos breves y prodigiosos